EL
PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN
La mayoría de periodistas desempeñan
un periodismo tradicional; el informativo, interpretativo u opinión; son pocos,
por no decir casi nadie, los que se atreven a desarrollar el periodismo de
investigación, por varios razones, la principal de ellas es el tiempo y la
inversión. Este tipo de periodismo requiere de un trabajo más exhaustivo, y
extenso, los resultados son obtenidos a largo plazo. El periodismo de
investigación comienza en el punto donde termina el trabajo cotidiano, pero
¿qué es en sí el periodismo de investigación?, para Robert Greene1,
fundador del Investigative Reporters and Editors (IRE) «el periodismo de
investigación es el que se realiza a través de la iniciativa y el trabajo del
periodista, sobre asuntos de importancia que algunas personas u organizaciones
desean mantener en secreto. Los tres elementos básicos son: que la
investigación sea el trabajo del reportero, no un informe sobre una
investigación hecha por alguien más; que el tema de la información trate sobre
algo de razonable importancia para el lector o el televidente, y que haya
quienes se empeñen en esconder esos asuntos al público».
Las noticias que escuchamos a diario,
si bien es cierto, son informadas basados en fuentes, pero muchas veces no
tiene un seguimiento por los periodistas porque en el día a día se les presenta
distintos sucesos que tiene que ser cubiertos de manera inmediata, y si algún
día los retoman es por la noticia que presentan tienen relación con la pasada. La
investigación periodística es algo que parte de la iniciativa propia del
periodista y que es desarrollada plenamente por él o ella. El tema de gran
importancia y que haya quienes se empeñen en esconder esos asuntos al público
de manera indefinida. Paul Willians2 señala en su libro
Investigative Reporting and Editing, que «el trabajo del periodista rutinario
es publicar que algo ha sucedido, mientras que el desafío del investigador es
averiguar por qué y explicar por qué esto puede volver a suceder»
Las empresas periodísticas no lo
desarrollan por factor tiempo y economía, se requieren a periodistas exclusivos
para ese trabajo, en donde se cuente con una inversión considerable para que su
búsqueda de fuentes no se vea estancada. Las pruebas que se obtienen no siempre
son directas, existen pruebas “filtradas”, para unos son aquellos documentos,
testimonio o cualquier otro recurso, que les hacen llegar a los periodistas de
manera anónima, aunque otros afirman que son los mismos medios quienes no
relevan esas fuentes a la sociedad. Luego de eso, el periodista tiene que
demostrar su talento y experiencia en la redacción, la recompensa no se ve
reflejada en resultados económicos sino en cuestión d posición y prestigio por
parte de la empresa periodística. El trabajo no es fácil, seguramente al
investigador se le presentaran un sin número de dificultades que con
profesionalismo lo superará.
Con el ingreso de la revolución
tecnológica, el periodismo escrito ha declinado de manera considerable, muchos
prefieren revisar medios digitales, porque les presenta la misma información.
No decimos que nadie ya desea leer, pero frente a este nuevo sistema de
consumir medios se está viendo como alternativa al periodismo de investigación,
el cual informará de manera profunda un tema, mostrando pruebas exactas,
soluciones e incluso el pronóstico si algún día se vivirá una situación similar
a la investigada.
Las empresas deberían apostar por
fomentar más este tipo de periodismo ya que les garantizara en un futuro, no
muy lejano, la supervivencia en los medios de comunicación, contrarrestando un
poco las nuevas tecnologías que van acaparando más la modalidad de consumo de
medios.
1. UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID,
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA INFORMACIÓN, DEPARTAMENTO DE PERIODISMO III –
PERIODISMO Y PERIODISTAS DE INVESTIGACIÓN EN ESPAÑA – DÍAZ GUELL Luis – 2003 –
pág. 12 – p.p. 525
2.
UNIVERSIDAD DIEGO PORTALES, FACULTAD DE COMUNICACIÓN, ESCUELA DE
PERIODISMO – PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN: LOS MEDIOS RECUPERAN SU ROL – BERTOLONE
GALLETTI Sebastiano – Santiago, Chile 2003 – pág. 20 – p.p. 204.
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